Por: Diana Rojas
Si me llegaran a preguntar qué es lo que más me gusta hacer, sin pensarlo contestaría que viajar.
Así como en la película de Juan José Campanella, “El secreto de sus ojos”, cuando el camarada del investigador inicia uno de los mejores momentos hasta entonces en el cine: ¿Te das cuenta, Benjamín? El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín, no puede cambiar… de pasión.
Dígase que eso de viajar, se traduce como una pasión y que la puede padecer cualquiera.
Y viajar no siempre es lo convencional de hospedarse en un hotel, ruta marcada, seguro y todo lo demás. Hay viajeros que creen que entre menos exacto sea el itinerario, mejor.
Sin embargo, el hecho de salir del lugar de confort a lo desconocido es una decisión que para unos pudiera ser casi imposible, llega a aterrarles, vamos, ni la idea les pasa por la mente.
Aún si nunca lo has hecho, si lo más lejos que has llegado es al otro polo de tu ciudad, puedes empezar en cualquier momento.
Por supuesto, las obligaciones no te permitirán decir: mañana mismo me voy, pero sí que podrás dar ese paso en tu interior y poner en tu voluntad ir planeando tu primera y gran escapada.
Explicaré porque no es buena idea permanecer sedentario eternamente, aunque primero necesitamos a Mark Twain escritor que dio vida a Tom Sawyer y Huckleberry Finn y sus palabras al respecto: “Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”.
Viajar hará de ti una persona tolerante, amigable y hasta un poco más arriesgada. No importa la edad ni el género, los viajes lo mueven a uno no solo de lugar, sino en el interior.
Pero, siempre hay una objeción, habrá a quien viajar no necesariamente lo vuelva más sensible o más inteligente, ni se transforme en alguien amigable.
Puede ser que solo se vuelva un explorador esporádico que solo visita lo que “hay que visitar” en los lugares a los que va.
Y si no te interesan estas cualidades, bueno, siempre podrás viajar por el simple placer de disfrutar de un lugar nuevo, sabores distintos, paisajes, personas, monumentos, conciertos… creo que ya quiero irme de viaje.
Busca personas que al igual que tú les guste viajar
Otra opción que te puede hacer sentir más seguro es que en lugar de viajar solo lo hagas con amigos, familia, en un grupo, depende de tu círculo social y disponibilidad.
Es recomendable que sí en compañía disfrutas más el camino entonces continúes con esa dinámica. A veces no es el trayecto lo que nos deja los buenos recuerdos si no las personas con quienes lo recorremos.
Ahorrar, ahorrar y ahorrar
Otra cuestión son las limitaciones o responsabilidades que nos detienen y alejan de la primera gran escapada, no todos tenemos las mismas oportunidades ni las mismas libertades.
La clave es muy sencilla, limitar gastos, ahorrar y optar por opciones mucho más baratas en todo.
Olvidar antiguas malas experiencias
Están por otro lado las experiencias previas de quienes no saben cómo empezar a viajar más, los tratos que hayan tenido en viajes anteriores puede haber dejado un mal recuerdo.
Hace poco un usuario comentó en una publicación propia que decía lo siguiente “Elige una ruta, no una rutina”, al parecer el comentario resultó altamente ofensivo para esa persona, quien decía llamarse “Mister Cabrón” por lo que no dudó en hacer saber su descontento argumentando que el ingenio de la frase se debía a una persona mantenida y sin experiencia.
Se deduce que a esta persona se le da poco la empatía y la iniciativa viajera, no se concluye por el carácter agresivo que salpicaban sus palabras, no, más bien porque Mister Cabrón no alcanzó a vislumbrar que elegir una ruta no significa que mañana mismo saldríamos a recorrerla y que la rutina desaparecería para siempre en ese momento.
La frase en realidad habla a las personas “nativistas” aquellas que están a gusto con lo conocido, la regularidad y la estandarización, que siguen un programa día a día.
No sé a ustedes, pero eso de hacer lo mismo todos los días no me parece agradable, y si, a una gran mayoría de personas no nos queda otra opción que resignarnos a la rutina, no obstante aun en la misma podemos hacer un cambio espontaneo, puedes optar por una ruta sin salir de la ciudad, por ejemplo.
Variar poco a poco si no te gusta dar grandes saltos. De ahí visitar la ciudad continua a la tuya, eso ya se cuenta como un viaje, este fin de semana “saldré de la ciudad”, se escucha hasta interesante, está bien iré al pueblo de al lado, pero ya es algo.
Aceptar nuestra realidad y conforme a eso planear el viaje
Es comprensible los temores que se viven en la actualidad, inseguridad, ataques, economía inestable, son factores que detienen a cualquiera, no obstante un viaje pequeño no tiene por qué dejarnos endeudados, habrá que hacer uso de la buena administración y una alcancía.
Por lo demás, nos queda ser precavidos, seguir consejos sobre sitios seguros y hacer todo lo posible por disfrutar el viaje.
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